La nutrición, al igual que la salud, es tan simple que la mayoría de nosotros la subestimamos y buscamos atajos con soluciones que terminan siendo complejas. El mérito real está en hacer lo básico bien por un período de tiempo prolongado. El cómo empezamos el día es parte esencial de nuestro sentido de productividad y aquí entra la primera comida del día.
El desayuno (des-ayuno) es simplemente la primera comida que rompe el ayuno. Esta puede ser de diferentes maneras dependiendo del estilo de vida de cada quién, incluso las preferencias.
Si bien es cierto que lo más importante es ingerir la cantidad suficiente de proteína al día (1.4-1.8 gr/lb), el cuándo hacerlo también juega un rol en cómo el cuerpo responde a dicho nutriente. Es común incluso ver personas que rompen el ayuno al almuerzo sin nada más que café hasta ese punto. Ninguna necesariamente es mejor que otra, hay de todo y para todos. Lo más importante es probar y darse cuenta si lo que estamos haciendo realmente nos suma y nos acerca a nuestras metas. Si somos de los que preferimos desayunar entonces sigamos leyendo.
A modo de contexto y preámbulo, conocer el efecto que tienen los nutrientes sobre nuestro estado físico y emocional juega un papel enorme al momento de seleccionar el tipo de alimento que necesitamos. Es decir, alimentos ricos en grasas nos hacen sentir de una manera, al igual que los ricos en carbohidratos y proteínas. Es precisamente por tal razón por la cual es importante conocer cómo nuestro cuerpo reacciona a lo que comemos. Hoy el enfoque está en las proteínas como protagonista del desayuno.
Empezar el día con un ingesta elevada de proteínas nos asegura varias cosas:
- Disminuye las probabilidades de que nos quedemos cortos en la ingesta diaria (que de por sí es lo que nos pasa a menudo).
- Aumenta la sensación de saciedad posterior a las horas de ingesta.
- Disminuye la absorción de carbohidratos lo cual nos ayuda a mantener niveles de glucosa controlados.
Aquí te compartimos algunas opciones que puedes incluir en tu menú de desayuno:
- Huevos.
- Salchichas artesanales sin preservativos.
- Turkey Bacon.
- Greek yogurt.
- Queso Cottage.
- Protein powder (como complemento, no sustituto).
Junto a esto también puedes agregar algunas grasas y frutas:
- Aguacate.
- Ghee.
- Naranja.
- Mandarina.
Como pueden ver la mayoría del plato se compondría por proteínas, grasas y frutas ricas en Vitamina C dejando en una porción muy mínima los carbohidratos. Esto como siempre se puede ajustar a la realidad de cada individuo pero sí resaltamos que al principio todo es difícil.
Si venimos de años alimentándonos de una manera, hacer este tipo de ajuste puede resultar chocante y hasta cuesta arriba. La idea sería ir modificando de manera gradual. Ej: Si antes consumía mucho pan y poco huevo, entonces ahora como menos pan y agrego 1 huevo con unas lonjas de turkey bacon. De esa manera podemos ir encontrando el ritmo e ir siendo conscientes de cómo nuestro cuerpo va reaccionando a cada comida.
Al final la salud entra por la boca.